Pumpkin Dance

La mañana de Halloween se presentaba nublada en la pequeña ciudad de Thermopolis. En la calle comenzaban a aparecer monstruos diminutos que iban de puerta en puerta pidiendo caramelos. El timbre sonó en la casa de Zack pero nadie abría. Cuando un niño disfrazado de momia y una niña de la novia de Frankenstein desistieron y se dieron la vuelta, apareció de entre los matorrales un figura disfrazada de Freddy Krueger gritando y moviendo su mano llena de cuchillas. Los niños, después de gritar, salieron corriendo, pero detrás del árbol surgió Jason Voorhees machete en mano tratando de alcanzarlos. Todavía se escuchaban los gritos y llantos de los niños cuando Zack se quitó la máscara y le dijo a Lily:
-Pues sí, los disfraces funcionan.
-Menudo trauma les hemos provocado a los pobres niños-. Dijo Lily quitandose la mascara de hockey.
-Bueno, así nos aseguramos que la casa está protegida de niños-. decía Zack mientras agarraba a Lily de la cintura y le daba un beso largo con lengua.
-Puaj! eso sí que aterroriza. Seguid así y nadie querrá acercarse a ver ese asqueroso espectáculo-. Dijo Alexia vestida de la matanza de Texas desde la ventana.
-Tíos, no me gusta mi disfraz. Me tapa mucho la boca. Casi no puedo hablar ni comer-. Dijo Abraham con la máscara de Hannibal cubriéndole la cara.
-Justo las dos cosas que no queremos que hagas-. Dijo Alexia.
-Pues no te quejas cuando esta boca te da lo que te gusta-. Replicó Abraham.
-Touche-. Dijo Alexia besándole la máscara.

Esa mañana, Lily no recibió ningún mensaje de su padre para ir a echarle una mano al huerto. Las ventas habían ido mejor de lo esperado y, prácticamente, se había quedado vacío. Charlie se encontraba quitando los espantapájaros con calabazas del arado, las únicas que le quedaban para decorar su casa, cuando encontró un gran socavón en el suelo del que emergían raíces enredaderas con un tono anaranjado fosforito. Trató de quitarlas a la fuerza tirando de ellas pero era inútil, así que echó tierra por medio para que nadie lo viera, pues podría afectar a su negocio si alguien pensaba que las calabazas pudieran estar contaminadas.

El instituto abrió sus puertas a las seis de la tarde. Hora en la que el sol ya se ponía y los que quisieran podrían ir haciendo piña en el gimnasio.
La mayoría se encontraba fuera o en los pasillos aprovechando para llenar de papeles y pintadas las taquillas de sus compañeros. El encargado de mantenimiento no daba a basto y tampoco es que le importara mucho debido a su avanzada edad. Otros muchos se encontraban en el Pop's preparando los planes para alguna novatada que le harían a algún nerd o pensando a qué hora se irían a Casper city a emborracharse.
Muchos de los que se encontraban en el gimnasio iban disfrazados. La mayoría para presumir de músculos o de tetas, lo cierto es que el disfraz les daba igual. Querían ver, también, quién sería coronado rey y reina del baile porque se hablaba mucho del nuevo capitán y la líder de las animadoras, Jennifer, aunque nadie la había visto desde ayer por la noche.

Entrada la noche, las calles eran un hervidero de niños y padres que se recorrían los vecindarios llenando sus bolsas de chucherías. Aprovechando que varios adulto también iban disfrazados, Lily y sus amigos pasaron desapercibidos mientras iban de casa en casa, aunque lo que más les gustaba era asustar a los niños que iban solos.
A lo largo de la noche, eran muchos los testigos que decían haber visto una silueta que se movía por los bosques de los alrededores portando una calabaza iluminada. La gente no le dió importancia pues eran habladurías de niños y adolescentes borrachos.

Al llegar la medianoche, en el gimnasio daban paso a la elección de los reyes del baile. Muchos estaban expectantes para ver si aparecía Jennifer o nombraban a otra persona. Además, querían ver como iría disfrazada. Fue entre el tumulto de la gente que se iba abriendo paso a un lado diferente de la sala donde apareció la que creían que era Jennifer con el traje de animadora lleno de sangre, un cuchillo en la mano y una calabaza que le cubría toda la cabeza y parecía estar pegada al cuello. Los más cercanos a ella podían apreciar que la calabaza parecía vacía por dentro y solo se veía luz en su interior.
Una parte de la gente comenzó a aplaudir mientras el director la proclamaba reina de la fiesta mientras que otra parte se echaba atrás un poco asustada viendo la bolsa de chucherías llena de sangre que llevaba en la otra mano. Cuando subió al escenario, el director nombró al capitán de fútbol el rey de la fiesta mientras que la gente aplaudía y miraba alrededor a ver donde se encontraba. Fue entonces cuando Jennifer sacó de la bolsa de chucherías una cabeza humana, le quitaba la corona al director y se la ponía encima.
Era la cabeza del capitán, llena de sangre, con los ojos en blanco y la boca abierta.
La gente comenzó a chillar y a salir corriendo del instituto, algunos con navajazos por los brazos.
Lily y sus amigos, que estaban cerca del lugar, imaginaron que se estaba celebrando una fiesta llena de sustos y decidieron acercarse cuando ya la gente se había ido corriendo.
-Tiós, vamos a demostrarles que nosotros también sabemos acojonar-. Dijo Lily entusiasmada por ver las caras de miedo de sus compañeros.
-Ya tiene que dar miedo lo que pase ahí dentro. He visto a Frank y a Claire salir casi a punto de llorar y corriendo como nunca antes habían corrido en clase de gimnasia-. Dijo con tono de preocupación Abraham.
- No seas gallina, te he visto ver pelis gore sin ni siquiera pestañear-. contestó Alexia mientras se colocaba la máscara y encendía una motosierra de atrezzo.
Los cuatro cruzaron la puerta de entrada y recorrieron los pasillos del instituto mientras veían la decoración de este año llena de una sangre coagulada por los suelos mientras comentaban lo realista que parecía todo aquello.
La expectación se convirtió en terror al contemplar, desde la puerta del gimnasio, como una figura delgada y cabezona, estaba en lo alto del escenario acuchillando el cuerpo sin vida del director.
Tras los gritos de pánico, la cabeza de calabaza se giró para observarles mientras dejaba de acuchillar y pronunciaba:
-Ahora que soy la reina del baile, solo me queda acabar con mi rival-. Sonaba por los orificios de la calabaza mientras que con el cuchillo apuntaba a Lily y la luz naranja se encendía cada vez más dentro de ella.
Los cuatro salieron corriendo hasta llegar al campo de fútbol donde todo estaba iluminado. Los cuatro se pararon para tomar aliento mientras que se preguntaban qué podían hacer.
-yo sigo teniendo la llave del almacén del campo de fútbol. Allí hay bates y palos para defendernos-. Dijo Zack mientras revisaba su llavero.
-¿Te has vuelto loco? Esa psicópata quiere matarnos. Tendríamos que huir de aquí antes de que nos atrape-. Dijo medio gritando Alexia.
-¿Y qué pasa con Lily? La busca a ella y ya has visto de lo que es capaz. Nos seguiría a todas...-. Dijo Abraham sin poder terminar la frase.
Jennifer saltó sobre él tratando de clavarle el cuchillo en la cara pero la máscara de Hannibal freno el impacto.
Lily y Zack se fueron corriendo hacia el almacén en busca de herramientas que les pudieran servir para neutralizarla. Mientras, Alexia golpeaba su cabeza con la motosierra en un intento de llamar su atención para que dejara a Abraham.
En ese momento, Jennifer se puso en pie y fue detrás de Alexia. Ella corrió hasta tropezarse y cuando la calabaza se acercó hasta su cara, un bate le arrancó un trozo de su cara y quitándola de encima.
Lily y Zack habían encontrado un par de bates y palos de hockey y se lo dieron a cada uno. La calabaza, tirada en el suelo, gritaba de dolor mientras cada uno levantaba su arma y comenzó a golpearla sin parar. Al cabo de unos segundos, solo quedaban trozos dispersos de calabaza y el cuerpo sin cabeza de Jennifer. La luz de la calabaza desaparecía con un suspiro de voz que parecía decir: -no podréis con todas nosotras...-.
Los cuatro amigos se quitaron las máscaras tratando de respirar aliviados cuando contemplaron en la lejanía como el pueblo se iluminaba cada vez más de un tono naranja y los gritos ensordecedores de adultos y niños que gritaban al unísono: -¡están vivas!-. -¡la tengo en la cabeza!-.
-Tenemos que largarnos de aquí-. Dijo rápidamente Zack cogiendo de la mano a Lily.
Los cuatro echaron a correr por las calles del pueblo hasta llegar a la casa de Abraham para coger el coche de sus padres y la moto de Zack que la tenía aparcada en su casa que estaba casi al lado.
En las casas se escuchaban gritos, cristales rompiéndose y la gente saliendo de sus casas despavorida tratándose de arrancar la calabaza de sus cabezas.
Al entrar en el coche, varias calabazas sueltas saltaban para chocarse con los cristales del coche. Abraham dio marcha atrás y arroyó a unas cuantas mientras aceleraba para huir del pueblo cuanto antes. Al pasar por la granja de los O'brian, Lily vió a su familia de pie en el porche con una calabaza en su cabeza cada uno sonriendo y saludando. Del agujero que había intentado tapar Charlie, brotaban cada vez más calabazas y conforme salían, se ponían a dar saltos de camino hacia el pueblo.
-Es demasiado tarde para ellos. Y para Thermopolis también-. Dijo Alexia tratando de consolar a Lily mientras se echaba a llorar.
-Mi padre vendió calabazas a todos los pueblos del condado y cada vez están saliendo más. es como una maldición-. Dijo Lily entre sollozos.
-Entonces es el fin para todos. Solo nos queda huir y esperar a que no nos pillen a nosotros.

El coche del padre de Abraham y la moto de Zack se perdían en la lejanía rumbo al sur mientras en las colinas se vislumbraban cada vez más luces naranjas de los pueblos de alrededor y un pequeño destello que sobresalía de los laterales del maletero del coche mientras Lily ponía el CD que Zack le había regalado.






Pesadilla antes de Halloween

Lily O'brian comenzó a despertarse con los primeros rayos de sol de la mañana. Miró debajo de las sabanas y vio que estaba desnuda en una cama que no era la suya. A los pies de la cama estaba Zack con el mando de la Play en las manos, desnudo también.
Lily se levantó y fue a gatas hasta llegar a su espalda. Comenzó a besarle hasta llegar al cuello hasta que hizo un gesto de escalofrío que le provocó una sonrisa.
Dejó el mando y se dio la vuelta mientras ella se tumbaba hacia atrás. Él se colocó encima de ella e hizo lo mismo sobre su cuello mientras ella le rodeaba la espalda con sus piernas hasta que notó que su pene rozaba con suavidad su clítoris. Los dos se miraron con sorpresa.
-¿Quieres un segundo round?-. Preguntó Zack mientras acariciaba con una mano su pecho.
-Mientras sea igual de duro que anoche, te dejo que me destroces-. Insinuaba Lily mientras se mordía el labio inferior.
Sus manos se entrelazaron a la vez que él se lo introducía muy lentamente hasta llegar al fondo de ella. Un gemido cruzó la habitación hasta que Zack le puso la mano en la boca y la embestía cada vez más fuerte. Al cabo de un rato, la mano que le tapaba la boca comenzó a sangrar un poco por el mordisco de Lily mientras se agarraba con las dos manos a las sabanas y se estremecía de placer a la vez que Zack le cubría de semen hasta el punto de salirse todo el líquido de entre sus piernas.
No eran conscientes de lo tarde que se les había hecho. Se vistieron corriendo y Lily salió por la ventana esperando a que Zack bajara de su habitación evitando a sus padres.

Las clases en el instituto durante la semana de Halloween no eran nada interesantes. Los profesores no pasaban lista y los alumnos podían saltarse las clases sin autorización para realizar actividades de la fiesta de las calabazas. A pesar de ello, Zack iba rugiendo con su moto para impresionar a Lily. Ella, un poco asustada, se agarraba a su tripa con las dos manos. Nadie había en la entrada del instituto, lo cual era un alivio para los dos si querían llevar todo esto en secreto.
En la taquilla de Lily le esperaba Alexia que los miraba con sonrisa pícara. Zack siguió caminando lanzándole un saludo rápido y subiendo las escaleras.
-Bueno, ¿me lo cuentas?-. Preguntaba Alexia con los brazos en cruz y apoyada en la taquilla.
-Anoche perdimos la virginidad y madre mía, parecía todo un experto. Y esta mañana me he corrido.
-Coño, a mi Abraham no hizo que me corriera-. Alexia se incorporó y se acercó más a Lily.
- ¿Te has tirado a Abraham?-. Preguntó Lily estupefacta.
-Sí, anoche en el parking del Pop's.
-¡Serás zorra! Así que nos estábais espiando. Ya podía estar llamándote toda la noche.
-¿Qué más te da? Al final todo salió como quería-. Decía mientras se reía por lo bajo. -Aunque creo que a mí también me estaban espiando. Veía desde el coche de Abraham como unas luces anaranjadas por el bosque que se movían constantemente alrededor del Pop's.
-¿Abraham se llevó el coche de su padre? Como se entere se le va a caer el pelo. Solo tiene 17 años.

La mañana en el instituto pasó sin que Lily y Zack se encontraran de manera fortuita por los pasillos salvo cuando los dos coincidían en los vestuarios o en el baño. Era la oportunidad perfecta para cumplir la fantasía de cada uno de hacerlo en el instituto con el uniforme de gimnasia.

Esa tarde, se podía ver por las calles de Thermopolis a los vecinos decorar sus casas ultimando los detalles que faltaban para la noche de brujas: calaveras, telarañas, ataúdes, etc.
Mientras, el cielo iba cogiendo un tono rojizo que combinaba muy bien con el naranja de las hojas de los árboles y dibujaba una estampa otoñal en toda la ciudad mientras el sol se ponía por las montañas del parque de Yellowstone.

Las dos parejas habían quedado en casa de Alexia para ultimar los detalles de sus disfraces.
En la habitación, todavía podía verse que la cama estaba deshecha y la Play encendida con un juego de terror en pause.
-La cama sin hacer. Que sorpresa-. Dijo Alexia mirando con media sonrisa a Lily.
-Habría que ver como ha quedado la parte de atrás del coche de Abraham-. Insinuó Lily.
-¿Se lo has contado?-. Se sonrojó Abraham.
-Bueno ya, anoche todos lo hicimos. Vamos a liarnos con los disfraces que no llegamos-. Dijo Zack mientras sacaba de una bolsa vieja su disfraz.
-¿Y por qué no nos ponemos una calabaza en la cabeza? He visto a mucha gente por el pueblo que las lleva y quedan guay-. Dijo Abraham.
-Ni muerta me pongo una calabaza en la cabeza. Todavía me huelen las manos de estar recogiendolas todos estos días, para que ahora me huela la cara y el pelo. Te dejo que te la pongas tú si así te tapas esa cara que tienes-. Dijo con mofa Lily.
-Una cosa es segura, las caras nos las tapamos para que no nos reconozcan. Si este va a ser nuestro último Halloween disfrazados, que no se convierta en el que perdemos nuestra popularidad antes de ir a la universidad-. Dijo Zack mientras se probaba el disfraz.
-Tío, si estás tan preocupado por eso. ¿Para qué te has apuntado a venir con nosotros? ¿No será que adoras disfrazarte?-. Le reprochó Alexia
-Pues sí, igual que tú, bonita-. Contestó con retintín Zack.
Pasaban de las once cuando terminaron todos los disfraces. El jueves, el instituto solo abriría para seguir con los preparativos de la fiesta así que la mayoría de los alumnos se habían ido al Pop's o a beber en la entrada. Lily y los demás estaban cansados de estar toda la tarde cosiendo y cortando telas por lo que optaron por quedarse en casa de Zack aprovechando que sus padres pasarían todo el puente fuera de casa. Pidieron unas pizzas mientras que Zack y Lily jugaban a la Play y Alexia y Abraham veían una peli de miedo en el salón.

Esa noche, el local de Pop's se encontraba saturado de gente que entraba y salía para cenar o simplemente para ir al baño a mear o vomitar. Jessica y sus amigas animadoras tenían la mejor reservada por los jugadores de fútbol que constantemente sed dedicaban a invitarlas a alcohol. No del Pop's sino del que ellos habían comprado en la licorería con un carnet falso.
Jennifer ya le había echado el ojo al nuevo capitán de los Bobcats, pero esa noche, con un par de tragos a la petaca que llevaba, se encontraba con ganas de decirle lo que le apetecía hacer.
Al poco de terminar su cena, los dos se fueron en el coche de él de camino a la colina.
De Jennifer siempre se había dicho que era la más guarra del instituto y que ligar con ella era fácil si tenías coche. Lo cierto es que ella estaba muy nerviosa y, mientras él se tiraba directo a su cuello, ella miraba con recelo entre los árboles por si aparecía alguien. Tenía miedo que alguien le estuviera espiando, pues se había labrado muchos enemigos y ahora parecía sentirse indefensa. Lo cierto es que no se escuchaba ni un ruido, ni de animales ni de insectos.
Lo único que consiguió vislumbrar fue unas luces naranjas que se movían por el bosque.
-No te preocupes, aquí vienen muchas parejas a liarse. Seguramente será otro coche-. Dijo el capitán para tranquilizarla mientras le ponía la mano en el culo.
Jennifer se puso encima de él sin quitarse la falda pero con las bragas bajadas mientras que a él, el pantalón le llegaba por los tobillos.
Ella se dedicó a cabalgar sobre él durante un buen rato con los ojos cerrados de placer sin darse cuenta que algo había caído sobre su cabeza y la asfixiaba.
El capitán llegó a correrse mientras apretaba los ojos y respiraba fuerte hasta que abrió los ojos y contempló que la cabeza de Jennifer era una calabaza que se había pegado a ella y le miraba fijamente mientras que de sus agujeros solo salía una luz intensa como de fuego que le hacía más terrorífica.
Un grito ensordecedor cruzó el bosque hasta que se apagó entre jadeos. La alegría se había convertido en terror no solo para él sino, muy pronto, para todo el pueblo.





Calabazas Podridas

La decoración en el Hot Springs County High School se cambió completamente el martes por la mañana con calabazas de diferentes tamaños que engalanaban los pasillos y la entrada, cortesía de la granja O'brian. era una buena estrategia de marketing teniendo en cuenta que era el único instituto del condado y en el que asistían alumnos de diferentes pueblos de alrededor. Incluso en la Thermopolis Middle School, Anne y sus compañeros de clase, tenían que hacer en clase de manualidades la tarea de vaciar una calabaza por dentro y decorarla. Era la primera vez, para muchos niños y adolescentes que veían una calabaza recién recolectada y la podían decorar a su gusto.
Aquella mañana, Lily llegó tarde a clase debido al ajetreo que se montó en la granja por la interminable cola formada por los lugareños que ansiaban comprar unas cuantas calabazas de decoración y, ya puestos, que les sirviera para comer en acción de gracias, pues las congeladas que venían desde Nebraska se pudrían a los dos días y al final la gente optaba por no colocarlas en sus porches porque ahuyentaban a los niños que pedían caramelos.
El negocio de Charlie prosperaba de manera exponencial. Los beneficios obtenidos en esa semana le daban para no necesitar trabajar hasta las cosechas de abril y ya tenía en mente expandir el negocio por todo el estado. Sin ninguna competencia, Charlie se veía como un millonario en un par de años.

A pesar de la nueva remesa de calabazas obtenida por el instituto, la fiesta de 'calabazas podridas' que se organizaba todos los años, no cambiaría de nombre. Para los chavales ya era como una tradición ese nombre. Algunos de ellos se dedicaban a jugar al fútbol y acabar lleno de calabaza y su repugnante olor, aunque este año el director ya había ordenado la prohibición de hacerlo ya que estas calabazas eran más duras que las podridas y no quería que alguien acabase herido.
Mientras Lily se dirigía a los vestuarios con Alexia, muchos de sus compañeros la felicitaban por la iniciativa de su padre, otros le hacían preguntas y algún que otro insinuaba si tenía pareja para la fiesta.
Cuando cruzaron las puertas del gimnasio, algunos alumnos se encontraban decorando la sala con los preparativos para la fiesta de Halloween. En lo alto de la escalera estaba Abraham colocando adornos de calaveras que colgaban del techo mientras Zack sostenía la escalera.
Lily trató de escabullirse queriendo ir directamente a los vestuarios de chicas, pero Alexia le tenía cogida del brazo y se fueron hacia ellos.
-Abraham, como no tengas cuidado, la calabaza podrida este año será tu cabeza-. Dijo Alexia.
-Yo creo que su cabeza tiene menos relleno que el de una calabaza-. Dijo Zack mientras se reía y miraba a Lily. Ella miraba al suelo y en eses momento esbozó una leve sonrisa mientras levantaba un poco la cabeza y miraba a Zack.
-Entonces, ¿vas a unirte a nuestra orgía de monstruos el jueves?-. Dijo Alexia con tono sarcástico.
-Pues si todos estáis de acuerdo, sí, me gustaría ir con vosotros. Me ha dicho Abraham que le parece bien. ¿Y a vosotras?
-No hay problema por mi parte. ¿Qué dices tú mudita?-. Alexia le dio un pequeño codazo a Lily mientras le soltaba el brazo que tan apretado le tenía agarrado.
-Vale. ¿vas a querer disfrazarte entonces?-. Balbuceó Lily mientras trataba de mirarle a los ojos sin apartar la mirada.
-Sí, estaría guay. lo que dijiste en el Pop's parecía una buena idea. Cada uno de un asesino de película. Yo sigo teniendo el disfraz de Freddy Krueger-. Se apresuró a contestar Zack.
-Si tuvierais un perro podríais ir del cuarteto de Scooby Doo-. Dijo Jennifer mientras cruzaba la sala para dirigirse a los vestuarios.
-Tú podrías ir de diablesa putilla. La mitad del disfraz ya lo tienes, ¿sabes a que mitad me refiero? Cualquiera de las dos te vale-. Le contestaba Lily a la vez que Zack se empezaba a reír y hacia tambalear a Abraham desde lo alto.
Jennifer frunció el ceño y se fue con su grupo hacia los vestuarios mientras enseñaba su dedo de espaldas.
-Por eso tú eras la líder y ella no tenía ni idea de dar un mortal hacia atrás-. Dijo Zack mirando con una sonrisa a Lily.
-Eso ya es agua pasada, ex capitán-. Dijo Lily con tono irónico respondiendo a Zack.
-Bueno, ¿nos vemos esta noche en el Pop's para hablar del disfraz? Te invito a unas gominolas.
-Claro, allí estará-. Contestó rápidamente Alexia mientas Lily se quedaba muda otra vez.
Caminando hacia los vestuarios, Lily y Alexia discutían en voz baja sobre lo que acababa de pasar en un tono que Zack no entendía bien.
-Eh, ¿de que hablabais?-. Dijo Abraham bajando de la escalera con cara de confusión.

En el pequeño poblado nativo de Arapaho, un grupo de amigos se reunía para hablar de la festividad de honrar a los muertos, pero con la ausencia del chamán de la tribu. Al parecer, el anciano se había despertado con fiebre y sudores fríos e incapacitado para poder levantarse de la cama. El médico del lugar concluyó que el anciano, debido a su avanzada edad, sufría de delirios y balbuceaba palabras extrañas en un dialecto prácticamente olvidado para las tribus Arapahoe.
-'3iik', '3iik-. Era lo único que el viejo chamán decía una y otra vez hasta quedarse exhausto y dormirse de nuevo.

Cuando se puso el sol, el cartel de Pop's comenzó a iluminarse, dejando un tono rosado en las motos y coches aparcados frente a él. La moto de Zack dejó de vibrar casi en la entrada del local y a Lily se le empezó a acelerar el corazón. Había llegado pronto porque se había pasado la tarde entera recogiendo y vendiendo calabazas en la granja y se largó en cuanto vio que la clientela empezó a mermar. Pop's también había empezado a decorar el local con unas cuantas por lo que Lily cada vez estaba más harta de verlas allá donde fuera. Se consolaba pensando que todas esas bolas naranjas le iban a pagar la universidad, aunque, en ese momento, solo tenía pensamientos sobre Zack.
-Vaya, hemos llegado los primeros-. Dijo Zack mientras cruzaba la puerta.
-Llevo aquí más de una hora y estos dos no me cogen el móvil. Creo que nos han hecho una encerrona-. Dijo Lily mientras guardaba el móvil.
-Bueno, estoy seguro que lo que quieren es que arreglemos nuestros asuntos en privado. Para que no les resulte incomoda la fiesta de las calabazas.
-¿Qué asuntos? Zack, tú y yo nunca hemos salido juntos. Llevamos siendo amigos desde pequeños. La culpa la tienen esas cursis películas adolescentes de la reina y el rey del baile.
-Es normal que la gente pensara que éramos novios. Tú eras la líder de las animadoras y yo el capitán del equipo de fútbol de los Bobcats y allí estábamos, de la mano con nuestras coronas saludando a  toda la gente.
-Desde entonces, Jennifer no ha parado de molestarme cada vez que me ve. No se si para que acabara renunciando al puesto de líder o porque le gustabas en ese momento.
-A mí nunca me ha gustado ella-. Dijo mientras se miraba los pies y se ruborizaba.
-Ahora ya da igual. los dos hemos dejado de ser los reyes de la fiesta y somos un grupo de marginados. Pasar desapercibida ha sido lo mejor que me ha pasado. No quiero ser la comidilla de todo el condado.
-Eso no cambia lo que siento por ti, Lily. Me gustabas mucho antes de que fueras animadora. todos lo veían, por eso nos eligieron. Creo que tú fuiste la única que no lo viste o no lo querías ver-.
En ese momento, Zack se acercó hasta los labios de Lily y la besó como quiso haberla besado mucho tiempo atrás. A través de los cristales de local estaban Alexia y Abraham observando.
-Creo que ya es hora que entremos-. Dijo Abraham mirando a Alexia que esbozaba una sonrisa de alegría.
-De eso nada. Además, ahora nos toca a nosotros-. Alexia le cogió de la mano y se metieron en su coche.

Otros ojos observaban en la lejanía, donde comenzaba la espesura del bosque. Pero estos ojos eran muy extraños. De una forma picuda e iluminados como si en su interior hubiera fuego, acompañado de una sonrisa malévola.










Comienza la recogida de calabazas

El día de recoger las calabazas había amanecido nublado en el huerto de los O'brian. Nadie en todo el pueblo de Thermopolis, mejor dicho, nadie en todo el condado de Hot Springs apostaba un centavo por la loca idea de Charlie de cultivar calabazas en esas tierras.
'En Wyoming, el estado cuadrado, no crecía nada redondo'. Es un dicho popular de los granjeros cuando las cosechas no van bien y no terminan de germinar. A Charlie se lo decían cada vez que se acercaba al Wal-Mart a por provisiones para la granja a modo de burla sus colegas de profesión.
Esa mañana Charlie se había levantado con ganas de cerrarle la boca a más de uno.

Al llegar al comedor podía oler el aroma a tortitas de su mujer, Helga. Se había puesto su mejor camisa de cuadros y, con una sonrisa de oreja a oreja, saludó a sus dos hijas, Lily y Anne.
-Buenos días a todas-. Dijo, mientras se sentaba a la mesa.
-Papá, tiene pinta de que hoy va a llover. ¿Podría no ir hoy al insti?- Contestó Lily mientras miraba el móvil.
-Yo diría que hoy el día tiene un aspecto más bien anaranjado, ¿lo pillas? Y sí, hoy tienes que ir al instituto.
-Muy gracioso, papá. En fin, el autobús está ya aquí. Me largo.
-Ten un buen día, cariño-. Apresuró su madre a decir antes de cerrar la puerta de la entrada. -Termina de desayunar Anne, hoy te llevo yo al cole-.
-Vale pero procura no avergonzarme mucho, ¿quieres?-. Contestó Anne mientras veía al tele.
-¿Qué haces viendo las noticias? Ponte los dibujos.
-¡No! Para. Dicen que en el parque de Yellowstone los animales que llevan un chip de seguimiento están largándose del parque hacia el norte. Que raro.

En el bus del instituto, Lily se había sentado al lado de su amiga de la infancia, Alexia, comentando los planes de Halloween para el Jueves. La idea que tenían en mente era disfrazarse, a ser posible, tapándose la cara para no ser reconocidas.
Habiendo comenzado el último año secundaria, lo que hacían el resto de alumnos y compañeros de clase era irse a Casper City o a Riverton y beber toda la noche mientras tiraban huevos y papel higiénico a las casas, siempre con la esperanza de ligar con alguna compañera del instituto borracha.
Lily y Alexia eran distintas. Se habían criado leyendo los libros de 'Pesadillas' y viendo todas las películas Slasher de los años ochenta. Les encantaba disfrazarse, pedir golosinas y asustar a los niños y niñas pequeños pero, la vergüenza a ser reconocidas por la calle les hacía temer por su popularidad en el instituto, que era prácticamente inexistente.
-Sabéis que para ser populares tenéis que ir a los partidos de fútbol y acabar medio desnudas en los baños termales, ¿Verdad?-. Dijo una voz masculina desde el asiento de atrás.
-Abraham, serás idiota. ¿Qué haces espiando?-. Le replicó Alexia a la vez que se sonrojaba.
-No espiaba. Sabes que este es mi sitio y hablas muy alto. Por cierto, me apunto a lo que sea que hagáis este jueves.
-¿Quién te ha invitado?-. Dijo Lily con cierto desdén.
-Vamos, sabéis que al final los cuatro acabamos juntos cuando no sabemos que hacer los findes.
-¿Zack no va a Casper City?-. Preguntó Lily sobresaltada.
-¿Prefieres que se vaya? Seguro que quieres que se quede aquí-. Contestó con el mismo desdén que Lily.
-No creo que se apunte a nuestro plan. Ahora va de tipo duro.- Replicó Alexia.
-Me da igual lo que haga-. Lily permaneció callada el resto del trayecto mirando por la ventana hasta llegar al instituto.

Thermopolis era un pequeño pueblo en el condado de Hot Springs en Wyoming, conocido por sus aguas termales. Al suroeste del pueblo estaba la reserva india de Wind River en la que se encontraba las tribus nativas Shoshone y Arapaho y al noroeste el parque nacional de Yellowstone. El estado de Wyoming era el único en todo EEUU que no contaba con ningún huerto de calabazas. Por eso, Charlie tuvo la brillante idea de sacar beneficio cuando todos en el condado fueran a comprar sus calabazas autenticas y no las de plástico que venden en el Wal-Mart. En el pueblo, todos se preguntaban como la cosecha podía haber germinado alguna calabaza en esa tierra tan poco fértil y en tan poco tiempo. Lo cierto es que Charlie, hacía unos tres meses se encontraba desesperado por los pocos beneficios que le estaba dando la granja O'brian. Sus ancestros irlandeses llegaron a estas tierras buscando tierras de cultivo, siendo cristianos católicos pero con mucha tradición en los rituales celtas que se decía que llegaron a compartir con los nativos de la región por el culto y el respeto a los muertos. Charlie, al igual que toda su familia, eran bienvenidos a la reserva nativa de los Arapahoe y a cualquier pueblo de su interior. A pesar de ser pequeños poblados con pocos habitantes, gozaban de unas tierras fértiles que abastecían a toda la comunidad nativa del territorio, por ese motivo, una noche, Charlie llegó al poblado de Crowheart medio borracho y contactó con unos viejos conocidos nativos. Pasaron la noche bebiendo y recordando viejas leyendas del lugar. Los nativos arapahoe, también llamado el pueblo del bisonte, se decía que eran los guardianes de la tierra del fuego y del agua caliente. Los primeros colonos occidentales que llegaron a esas tierras creían que el infierno aguardaba bajo el terreno de ese lugar, pues el terreno es rojizo como el del salvaje oeste y las aguas termales creían que se calentaba por los fuegos del diablo. Los nativos tenían otras creencias, como que un antiguo dios de la naturaleza llegó a un pacto con ellos de proporcionar tierras fértiles y dar de comer a los nativos hambrientos, pero pobre de aquel al que se le ocurriera sacar beneficio propio de las cosechas.
Al amanecer, el viejo amigo de Charlie le dio una bolsa llena de semillas para que las cultivara y pudiera recuperar el dinero perdido de la anterior cosecha que perdió. Antes de irse le advirtió de que no tratara de enriquecerse con lo sembrado y le recordó la vieja historia. Charlie arrancó la camioneta y volvió a Thermopolis con una media sonrisa y el ceño fruncido.

Con el sol caído, el crepúsculo dibujaba una estampa rojiza y anaranjada sobre las montañas del oeste que se apreciaban desde los ventanales del Pop's Diner donde se encontraban Lily, Alexia y Abraham. Los tres se habían pedido la 'burgerween' con el milkshake especial de la casa, solo por tiempo limitado durante la semana de halloween. El local estaba casi lleno tratándose de un lunes. En cada mesa se encontraba reunida una 'tribu' del instituto: el equipo de fútbol con su batido de proteínas y burger de pollo; el equipo de animadoras con su sándwich vegetal bajo en proteínas; los nerds ocupando la mesa casi al completo con fichas, dados de rol y redbull, etc.

-Propongo que cada uno de nosotros vaya de un personaje clásico de peli de miedo-. dijo Abraham mientras engullía la burgerween.
-¿Con clásico te refieres Jason, Mike Myers y Freddy Krueger o los clásicos de la Universal como Frankenstein, Dracula y la momia?-. Replicó Lily mientras le daba un sorbo al batido.
-Dios Lily, te has convertido en toda una loser. No me extraña que te echaran del equipo de animadoras-. La capitana del equipo de animadoras, Jennifer, estaba delante de ellos de pie con su séquito detrás riéndose.
-¡Piérdete, pedazo de zorra! Ya he visto lo que has pintado en el lavabo de chicas. Y sabes que fui yo quien dejó el equipo-. Lily se exaltó poniéndose de pie de un salto y encarándose a Jennifer.
En ese momento, la puerta de Pop's se abría y Jennifer dio un paso atrás mientras Lily volvía a su asiento.
-Vaya, justo a tiempo. Tu 'novio' viene al rescate-. Dijo Jennifer mientras volvía a su asiento.
-No es mi novio, puta-. Murmuró Lily mientras agachaba la cabeza y se quedaba mirando al suelo.
Abraham se echó hacia la izquierda en el sillón, más pegado al cristal y dejaba un hueco a su lado.
-Bueno, ¿Que vamos a hacer en Halloween?-. Dijo Zack sentándose y levantando la mano para que le tomaran nota.
Alexia y Abraham se quedaron mirando sorprendidos por su presencia mientras Lily se iba poniendo cada vez mas roja y el resto de mesas les miraba de reojo.
Las primeras estrellas aparecían en la oscuridad de la noche mientras el neón de Pop's se iluminaba.
En la granja de los O'brian, mientras la pequeña Anne veía el especial de Snoopy en la televisión, algo parecido a un temblor pareció notarse en el huerto de calabazas.