Pumpkin Dance

La mañana de Halloween se presentaba nublada en la pequeña ciudad de Thermopolis. En la calle comenzaban a aparecer monstruos diminutos que iban de puerta en puerta pidiendo caramelos. El timbre sonó en la casa de Zack pero nadie abría. Cuando un niño disfrazado de momia y una niña de la novia de Frankenstein desistieron y se dieron la vuelta, apareció de entre los matorrales un figura disfrazada de Freddy Krueger gritando y moviendo su mano llena de cuchillas. Los niños, después de gritar, salieron corriendo, pero detrás del árbol surgió Jason Voorhees machete en mano tratando de alcanzarlos. Todavía se escuchaban los gritos y llantos de los niños cuando Zack se quitó la máscara y le dijo a Lily:
-Pues sí, los disfraces funcionan.
-Menudo trauma les hemos provocado a los pobres niños-. Dijo Lily quitandose la mascara de hockey.
-Bueno, así nos aseguramos que la casa está protegida de niños-. decía Zack mientras agarraba a Lily de la cintura y le daba un beso largo con lengua.
-Puaj! eso sí que aterroriza. Seguid así y nadie querrá acercarse a ver ese asqueroso espectáculo-. Dijo Alexia vestida de la matanza de Texas desde la ventana.
-Tíos, no me gusta mi disfraz. Me tapa mucho la boca. Casi no puedo hablar ni comer-. Dijo Abraham con la máscara de Hannibal cubriéndole la cara.
-Justo las dos cosas que no queremos que hagas-. Dijo Alexia.
-Pues no te quejas cuando esta boca te da lo que te gusta-. Replicó Abraham.
-Touche-. Dijo Alexia besándole la máscara.

Esa mañana, Lily no recibió ningún mensaje de su padre para ir a echarle una mano al huerto. Las ventas habían ido mejor de lo esperado y, prácticamente, se había quedado vacío. Charlie se encontraba quitando los espantapájaros con calabazas del arado, las únicas que le quedaban para decorar su casa, cuando encontró un gran socavón en el suelo del que emergían raíces enredaderas con un tono anaranjado fosforito. Trató de quitarlas a la fuerza tirando de ellas pero era inútil, así que echó tierra por medio para que nadie lo viera, pues podría afectar a su negocio si alguien pensaba que las calabazas pudieran estar contaminadas.

El instituto abrió sus puertas a las seis de la tarde. Hora en la que el sol ya se ponía y los que quisieran podrían ir haciendo piña en el gimnasio.
La mayoría se encontraba fuera o en los pasillos aprovechando para llenar de papeles y pintadas las taquillas de sus compañeros. El encargado de mantenimiento no daba a basto y tampoco es que le importara mucho debido a su avanzada edad. Otros muchos se encontraban en el Pop's preparando los planes para alguna novatada que le harían a algún nerd o pensando a qué hora se irían a Casper city a emborracharse.
Muchos de los que se encontraban en el gimnasio iban disfrazados. La mayoría para presumir de músculos o de tetas, lo cierto es que el disfraz les daba igual. Querían ver, también, quién sería coronado rey y reina del baile porque se hablaba mucho del nuevo capitán y la líder de las animadoras, Jennifer, aunque nadie la había visto desde ayer por la noche.

Entrada la noche, las calles eran un hervidero de niños y padres que se recorrían los vecindarios llenando sus bolsas de chucherías. Aprovechando que varios adulto también iban disfrazados, Lily y sus amigos pasaron desapercibidos mientras iban de casa en casa, aunque lo que más les gustaba era asustar a los niños que iban solos.
A lo largo de la noche, eran muchos los testigos que decían haber visto una silueta que se movía por los bosques de los alrededores portando una calabaza iluminada. La gente no le dió importancia pues eran habladurías de niños y adolescentes borrachos.

Al llegar la medianoche, en el gimnasio daban paso a la elección de los reyes del baile. Muchos estaban expectantes para ver si aparecía Jennifer o nombraban a otra persona. Además, querían ver como iría disfrazada. Fue entre el tumulto de la gente que se iba abriendo paso a un lado diferente de la sala donde apareció la que creían que era Jennifer con el traje de animadora lleno de sangre, un cuchillo en la mano y una calabaza que le cubría toda la cabeza y parecía estar pegada al cuello. Los más cercanos a ella podían apreciar que la calabaza parecía vacía por dentro y solo se veía luz en su interior.
Una parte de la gente comenzó a aplaudir mientras el director la proclamaba reina de la fiesta mientras que otra parte se echaba atrás un poco asustada viendo la bolsa de chucherías llena de sangre que llevaba en la otra mano. Cuando subió al escenario, el director nombró al capitán de fútbol el rey de la fiesta mientras que la gente aplaudía y miraba alrededor a ver donde se encontraba. Fue entonces cuando Jennifer sacó de la bolsa de chucherías una cabeza humana, le quitaba la corona al director y se la ponía encima.
Era la cabeza del capitán, llena de sangre, con los ojos en blanco y la boca abierta.
La gente comenzó a chillar y a salir corriendo del instituto, algunos con navajazos por los brazos.
Lily y sus amigos, que estaban cerca del lugar, imaginaron que se estaba celebrando una fiesta llena de sustos y decidieron acercarse cuando ya la gente se había ido corriendo.
-Tiós, vamos a demostrarles que nosotros también sabemos acojonar-. Dijo Lily entusiasmada por ver las caras de miedo de sus compañeros.
-Ya tiene que dar miedo lo que pase ahí dentro. He visto a Frank y a Claire salir casi a punto de llorar y corriendo como nunca antes habían corrido en clase de gimnasia-. Dijo con tono de preocupación Abraham.
- No seas gallina, te he visto ver pelis gore sin ni siquiera pestañear-. contestó Alexia mientras se colocaba la máscara y encendía una motosierra de atrezzo.
Los cuatro cruzaron la puerta de entrada y recorrieron los pasillos del instituto mientras veían la decoración de este año llena de una sangre coagulada por los suelos mientras comentaban lo realista que parecía todo aquello.
La expectación se convirtió en terror al contemplar, desde la puerta del gimnasio, como una figura delgada y cabezona, estaba en lo alto del escenario acuchillando el cuerpo sin vida del director.
Tras los gritos de pánico, la cabeza de calabaza se giró para observarles mientras dejaba de acuchillar y pronunciaba:
-Ahora que soy la reina del baile, solo me queda acabar con mi rival-. Sonaba por los orificios de la calabaza mientras que con el cuchillo apuntaba a Lily y la luz naranja se encendía cada vez más dentro de ella.
Los cuatro salieron corriendo hasta llegar al campo de fútbol donde todo estaba iluminado. Los cuatro se pararon para tomar aliento mientras que se preguntaban qué podían hacer.
-yo sigo teniendo la llave del almacén del campo de fútbol. Allí hay bates y palos para defendernos-. Dijo Zack mientras revisaba su llavero.
-¿Te has vuelto loco? Esa psicópata quiere matarnos. Tendríamos que huir de aquí antes de que nos atrape-. Dijo medio gritando Alexia.
-¿Y qué pasa con Lily? La busca a ella y ya has visto de lo que es capaz. Nos seguiría a todas...-. Dijo Abraham sin poder terminar la frase.
Jennifer saltó sobre él tratando de clavarle el cuchillo en la cara pero la máscara de Hannibal freno el impacto.
Lily y Zack se fueron corriendo hacia el almacén en busca de herramientas que les pudieran servir para neutralizarla. Mientras, Alexia golpeaba su cabeza con la motosierra en un intento de llamar su atención para que dejara a Abraham.
En ese momento, Jennifer se puso en pie y fue detrás de Alexia. Ella corrió hasta tropezarse y cuando la calabaza se acercó hasta su cara, un bate le arrancó un trozo de su cara y quitándola de encima.
Lily y Zack habían encontrado un par de bates y palos de hockey y se lo dieron a cada uno. La calabaza, tirada en el suelo, gritaba de dolor mientras cada uno levantaba su arma y comenzó a golpearla sin parar. Al cabo de unos segundos, solo quedaban trozos dispersos de calabaza y el cuerpo sin cabeza de Jennifer. La luz de la calabaza desaparecía con un suspiro de voz que parecía decir: -no podréis con todas nosotras...-.
Los cuatro amigos se quitaron las máscaras tratando de respirar aliviados cuando contemplaron en la lejanía como el pueblo se iluminaba cada vez más de un tono naranja y los gritos ensordecedores de adultos y niños que gritaban al unísono: -¡están vivas!-. -¡la tengo en la cabeza!-.
-Tenemos que largarnos de aquí-. Dijo rápidamente Zack cogiendo de la mano a Lily.
Los cuatro echaron a correr por las calles del pueblo hasta llegar a la casa de Abraham para coger el coche de sus padres y la moto de Zack que la tenía aparcada en su casa que estaba casi al lado.
En las casas se escuchaban gritos, cristales rompiéndose y la gente saliendo de sus casas despavorida tratándose de arrancar la calabaza de sus cabezas.
Al entrar en el coche, varias calabazas sueltas saltaban para chocarse con los cristales del coche. Abraham dio marcha atrás y arroyó a unas cuantas mientras aceleraba para huir del pueblo cuanto antes. Al pasar por la granja de los O'brian, Lily vió a su familia de pie en el porche con una calabaza en su cabeza cada uno sonriendo y saludando. Del agujero que había intentado tapar Charlie, brotaban cada vez más calabazas y conforme salían, se ponían a dar saltos de camino hacia el pueblo.
-Es demasiado tarde para ellos. Y para Thermopolis también-. Dijo Alexia tratando de consolar a Lily mientras se echaba a llorar.
-Mi padre vendió calabazas a todos los pueblos del condado y cada vez están saliendo más. es como una maldición-. Dijo Lily entre sollozos.
-Entonces es el fin para todos. Solo nos queda huir y esperar a que no nos pillen a nosotros.

El coche del padre de Abraham y la moto de Zack se perdían en la lejanía rumbo al sur mientras en las colinas se vislumbraban cada vez más luces naranjas de los pueblos de alrededor y un pequeño destello que sobresalía de los laterales del maletero del coche mientras Lily ponía el CD que Zack le había regalado.